Navegando por la web encontré el sitio “Experto en Psicología” y de él copiaré un texto que me parece muy claro y útil para todos los que en algún momento pasamos por estas terribles experiencias de pérdida, o incluso para quienes desean comprender a quien está en una de ellas. Lo transcribo a continuación para ustedes. Un abrazo.
¿En qué consiste un duelo?
A lo largo de la vida nos encontramos con múltiples pérdidas, desde la muerte de seres queridos (padres, hermanos, pareja, amigos, etc.) a la pérdida de trabajo/s, rupturas de pareja/s, muerte de mascotas, cambios de residencia, etc. Como podemos ver vivir pérdidas es mucho más frecuente de lo que pensamos, de hecho es una parte inevitable de nuestra vida, y parece que en ocasiones no somos conscientes de que cualquier tipo de pérdida merece nuestra atención, es decir, necesita su periodo de duelo.
Proporcionar información sobre el duelo pretende ayudar a llevar (un poco) mejor este difícil proceso, y también facilitar el acompañamiento de seres queridos que se encuentren en estas situaciones.
El duelo es un proceso de elaboración, natural y adaptativo, que consiste en la integración de la experiencia de pérdida, al final del cual, lleva a la persona a experimentar un cambio profundo en su identidad.
Se ha escrito mucho sobre los duelos y coexisten diferentes modelos explicativos, vamos a quedarnos con el modelo de tareas/necesidades del duelo, el cual considera la elaboración del duelo como un proceso durante el cual la persona tiene diferentes necesidades y tareas que resolver para ir avanzando.
Veamos con un poco más de detalle qué ocurre en cada etapa, acompañado de relatos de testimonios que facilitan la transmisión de cómo nos podemos sentir en cada momento:
1. En un primer momento nos encontramos con la
etapa de aturdimiento y choque. Es cuando la persona recibe la noticia, la conmoción del impacto amenaza la capacidad de reacción de la persona, por lo que se ponen en marcha reacciones tales como aturdimiento, descreimiento, negación, confusión, etc. La función de estas reacciones es mitigar el input de la noticia para preservar nuestra integridad. En otro extremo también se pueden dar reacciones agudas de llanto, desesperación, etc. De hecho no es extraño que ambas reacciones coexistan, ya que oscilar entre mecanismos de evitación y de aproximación es el intento de manejar lo que sentimos. Por tanto la tarea principal de esta etapa es manejar los aspectos más traumáticos de la pérdida.
“Cuando el médico me dio la noticia me quedé conmocionado. No sé qué me pasó, no podía hablar. Salí de la sala y eché a correr, me di de bruces con la pared y empecé a golpearme la cabeza, no podía parar. Tuvieron que sujetarme.” (Joaquín)*