martes, 24 de julio de 2012

Cómo vivimos con tanto dolor

Hay enfermedades que han tomado un gran protagonismo en las últimas décadas, como por ejemplo el cáncer, el mal de Alzheimmer, entre otras. Sin embargo creo que una de las más preocupantes es el estrés, que no es otra cosa que una respuesta psicosomática, es decir, una respuesta del cuerpo a una preocupación de la mente o el espíritu.

Cuando alguien pierde un hijo, el sufrimiento es tan profundo y queda tan inconsolable que fácilmente las personas desarrollan males físicos que sólo tienen su origen en lo más profundo de su alma.
Cuando me pasó a mí, desarrollé un dolor intenso en el abdomen que yo pensé sería una consecuencia de la cesárea de emergencia que me realizaron y que, en lo secreto de mi corazón, esperaba me llevara a un final fatal para poder reunirme con mi hija.

Después de aguantar en silencio el dolor por varios días, y ya segura de que no me mataría, decidí consultar al médico y me disgnosticó un problema de colon por estrés agudo. Hace poco, recordando ese episodio, estuve navegando y conversando con varias personas sobre el tema, por lo que publico aquí los síntomas más comunes de este mal, para que puedan ser identificados y faciliten que la persona reciba atención médica. El dolor por la pérdida no pasará, pero es necesario enfrentarlo con un cuerpo tan saludable como sea posible para no hacer más difícil algo que nadie puede aliviar.

Entre las respuestas emocionales más comunes están: 
Problemas de memoria, miedo, ataques de ira que se presenta sin razón, depresión, cambios inesperados de humor, sentimiento de culpa y, muchas veces, deseo de venganza.

Entre las manifestaciones físicas se puede encontrar: 
Nauseas, palpitaciones, crisis alérgicas, opresión en la garganta o el pecho con sensación de falta de aire o ahogo, dolores de cabeza, dolor abdominal agudo, cambios en el apetito (poco o mucho), ficicultad para dormir, fatiga constante, , punzadas en el pecho, pérdida de fuerza, aparente dificultad para tragar, etc. Si usted, que lee estas líneas está pasando por esta dolorosa experiencia, es conoce a alguien que lo está, ponga atención a lo anteriormente expuesto.

Sé bien que el padre o madre daría todo en el mundo porque su hijo o hija volviera a sus brazos, pero eso no sucederá, y maltratarse físicamente tampoco lo hará. Sólo lo convertirá en alguien que posterga el necesario proceso de aprender cómo amar a la distancia. Si lo piensa con un poco de calma, cuidarse será una forma de acercarse a su ser amado, diciéndole: "por ti, trataré de estar mejor, para seguir amándote por siempre".


No se trata de no llorar o de pretender que "ya volteamos la página". Sólo hablo de elegir vivir para amar a nuestros hijos, estén con nosotros o no, en lugar de convertirnos en un nuevo problema para alguien.
Hablo de que nuestros hijos estén orguillosos de nosotros y del amor que les demostramos, estén donde estén.

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