Acabo de responder un comentario de una joven madre que perdió a su bebé a las 12 semanas de espera. Ella ha escrito al blog en el post inicial del mismo, en el 2010, y al responderle confirmo una vez más el valor de un medio como éste: podemos unirnos y apoyarnos sin importar el tiempo transcurrido. las palabras siguen ahí, y el sentimiento también.
Sin embargo, la vida sigue pasando, cada día, y para unos es sólo una sucesión de días, para otros una sucesión de oportunidades de vivir, un día tras otro.
Por un tiempo largo la vida para mí fue lo primero. Un túnel oscuro que no me mostraba luz por ningún lado. Era un tedioso levantarme cada día para continuar "viviendo". Ni mi esposo, ni mis hijos, ni nada en mi entorno hacía que cambiara mi forma de sentir, por más que lo quería. Pero pasó el tiempo, y entre el amor de mi marido (y su paciencia infinita) y el de mi familia (y su paciencia infinita), mi corazón empezó a sanar y entendí que sería un camino largo, muy largo, pero que ya me mostraba un poco de luz al final.
Hoy mi vida ya es nuevamente una vida, y puedo mirar atrás con perspectiva, esa que me permite tratar de ayudar, con un granito de arena, a otras personas.
Por eso, estoy aquí, para compartir esa esperanza con todo el que la busque. Para compartir mi experiencia (y la de otras personas) con todo aquel que las considere válidas para su vida. Para acompañar a quienes aún no desean volver a vivir, y sólo pueden aspirar a sobrevivir.
Aquí estamos para ustedes.
Quienes pierden un hijo, no siempre pueden encontrar quien entienda su dolor, su desconcierto, su vacío. Este espacio está a disposición de quienes han pasado por una experiencia así o de quienes deben acompañar a un padre o madre que lo está haciendo. Tal vez mi experiencia y la de mi esposo, al pasar por ese trance, pueda ser útil a otros para darle un sentido a la pena, a la pérdida, y así hallar una salida al final de ese largo y oscuro túnel...
domingo, 28 de octubre de 2012
¿Qué es la vida?
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Para mí se ha convertido en una sucesión de días, como tú muy bien describes. Me quedo atónita cuando me doy cuenta de que para los demás siguen sucediendo cosas. Para mí, mi vida se ha quedado estancada en el duro momento en el que perdí a mi bebé. De momento, ni siquiera puedo imaginarme que un día veré luz al final del camino.
ResponderEliminarHace unos días, yo también decidí comenzar a escribir un blog con mis experiencias y reflexiones, con la intención de darle voz a nuestro dolor y con el objetivo de ayudar a otras personas que se sientan como yo.
Yo, en tu página me siento comprendida, por eso, la he incluido en mi blog, como una de las páginas que sigo.
¡Gracias!
Desconsolada
Querida Desconsolada:
ResponderEliminar¡Cuánto te entiendo! Me parece muy buena tu idea del blog, ¡hazme saber la dirección!
¿Hay algo que te pueda decir? creo que muy poco, pero si algo te pudiera recomendar, sería que no trates de encontrar esa luz al final del camino, pues sólo te traerá frustración y aumentará tu depresión. Sólo trata de vivir cada día lo mejor que puedas, tratando de cargar tu dolor de la manera más sana que te sea posible, sin tratarlo de ignorar pero sin reducirte sólo a tu sufrimiento, pues es muy negativo para ti y no te ayudará a superar este difícil momento, que es lo que tu bebé debe estar deseando para ti ¿cierto?
Toma un día a la vez, trázate objetivos de muy corto plazo (mañana me cortaré el cabello; la otra semana empezaré a salir a caminar, etc.), y ten claro que tu tiempo de recuperación lo marcarás tú, nadie más.
te deseo lo mejor, y que un día puedas recordar todo esto que está viviendo con mucho amor en tu corazón, pero como una parte de tu vida que va siempre contigo pero que ya no te amarra a la angustia ni al dolor sin fin, sino a la esperanza y a la VIDA.
Aquí estaré, cuando quieras.
Hola Luzma.
ResponderEliminarTienes toda la razón cuando dices que nada hay más duro en la vida, en esta vida, que perder a un hijo/-a, porque como padres sabemos que por la ley natural nosotros hemos de ir antes de ellos en esa lista de llamadas.
Pero es también cierto que cuando pasan cosas así nos abatimos, nos encerramos y nos hacemos muchas preguntas que casi nunca nadie sabe respondernos: ¿Por qué ha sucedido?, ¿era tu hora?, ¿Cómo es posible que esto pase?, ¿Y ahora qué...?.
La mejor manera de superarlo es hallar esas respuestas, y en modo alguno como hace una gran mayoría, echarle la culpa a Dios, que es lo fácil. Él no tiene culpa alguna, todo lo contrario...
Si me lo permites, tengo un espacio en facebook, titulado "Antes del adiós" (http://www.facebook.com/antes.deladios/info) donde puedes hallar muchas respuestas a esas y otras preguntas que nos hacemos en esta vida.
Te invito a que lo eches un vistazo y si te sientes a gusto con lo que leas, decidas ser parte del grupo.
Invitación que extiendo a todos y todas quienes hayan pasado por una situación similar a la vuestra o que, simplemente, deseen saber algo más de una manera muy sencilla.
Te ruego me perdones si en algún momento este mensaje ha invadido un espacio privado o el momento no era el más oportuno.
Mis disculpas por anticipado y un fuerte abrazo para ti y toda tu familia.
J.
Es un gusto recibir comentarios de todos nuestros lectores, y conocer lo que hacen por éste tema, ya que la idea es ayudar, y en en ese espíritu, afortunadamente, no estamos solos.
EliminarSobre el culpar a Dios, sí, es algo común, y habla de una gran desesperación (lo culpan a él como podría ser con cualquier otra persona) como una expresión de su dolor y su desconcierto ante una realidad que no saben cómo superar. También es una manifestación de una formación un tanto anacrónica, pues sabemos hace mucho que Dios no castiga ni desea el mal de nadie.
¡Con gusto visitaré tu sitio en FB!
Tienes mucha razon al decir que uno al principio solo trata de sobrevivir pero conforme pasa el tiempo vas aprendiendo a vivir con ese dolor em tu interior.
ResponderEliminarYo perdi dos bebes antes que nacieran uno de tres meses y la otra de dos meses y medio fue duro la primera vez y la segunda mucho mas pero con la ayuda de mi esposo mis amigos y sobre todo de Dios ahora puedo verlo como.algo doloroso en mi vida que me ayudo a ser mas fuerte.
Ya tengo una hija de 8 años a quien amo y es mi alegria pero en mi corazon siempre estara el recuerdo de estos dos angelitos que nunca e de abrazar ni decirles cuanto los amamaba y los amo todavia.
Pero aprendi algo muy importante que quiero compartir y es que Dios nunca nos pone algo superior a nuestras fuerzas.
Qué difícil tu experiencia, Liz. Realmente te admiro por tu fortaleza. Sé que la fe es importante en ese proc eso y te debe haber ayudado mucho, pero sólo personas valientes mantienen su fe en medio de una pena tan grande.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte para ti, tu esposo y tu niña. Aquí podemos encontrarnos cuando quieras.
Mi hijo partió con 20 años, ya hizo 15 de ello y aqui sigo... el dolor se ha acomodado a mi vida...
ResponderEliminarEste escrito que te adjunto me ha ayudado... espero que a ti también... a lo mejor ya lo conoces...
Un inmenso abrazo.
LOS HIJOS QUE PARTEN CON LA AURORA
Los hijos que parten con la aurora, ¿adónde van?
¿Qué misteriosa llamada no han podido resistir sus jóvenes destinos? ¿Qué hicieron ellos con nuestro amor y con sus plegarias?
La noche ilógica no dejó que el alba diera a luz el día. Apenas unos pasos separan a veces la tumba del abismo. El tiempo es corto entre la sonrisa que lo arrullaba todavía ayer, y el cielo tabicado de una tumba.
El río no hallará nada de todo lo que le prometían sus sueños: la caricia ruda de las rocas, los besos de las hierbas y las hojas, el galopar por la cumbre de la montaña y por el raso indolente de los prados. -Apenas nacido, el océano ya lo ha tragado.
Los hijos que parten con la aurora nos dejan con nuestros besos perdidos y con el peso de nuestro cariño inútil. Nos dejan con ese amor que nos tritura, que arrastra sus cruces y pesares. -Nuestros besos perdidos y nuestras amarguras que, éstos sí, jamás nos abandonan.
Y se nos dice: «La vida sigue y sigue. Tenemos que seguir también con ella». Pero nosotros, con la obstinación de pobres gentes que nada entienden del fragor de su futuro aniquilado, nosotros nos preguntamos: «¡Qué importa el camino que lleva hasta la tarde si hemos de marchar sin nuestro hijo!». Aquél que roba nuestros hijos, roba también el sabor de los frutos del jardín de la tierra, roba la esperanza de las estrellas y la calma de las horas. Y hace del cielo un mármol frío donde yacen nuestras súplicas. Nuestras súplicas; ¿quién las oye? ¿Quién las oirá jamás? Si el cielo oyera las plegarias de una madre, el mármol se quebraría y su hijo volvería.
Los hijos que parten con la aurora, ¿lloran pensando en nosotros? ...¡No!, ¡escuchadme!; detrás del velo, los hijos sonríen. ¡Ya no tienen miedo, ya no sufren más! A las puertas del cielo dejaron sus lágrimas, las abandonaron en nuestras mejillas. Allá arriba, los hijos sólo saben reír. El reír de los que juegan con las estrellas, de los que juegan a trapecistas con el arco iris. No se llora cuando se juega en las dunas de las luces que ondean hasta el infinito, cuando se sabe que el infinito no desemboca en la nada, sino en otros horizontes, en otro azul, en otros cantos, en otros amores.
El tiempo de los ángeles es más corto que el de los hombres, porque los ángeles no tienen aquí su casa. Por eso son ellos viajeros de la aurora.
Cuando pases la frontera de las lágrimas y de la rebeldía, entrarás en la claridad que ese ángel te ha dejado y que tú sigues sin ver. Entonces crecerás hasta alcanzar la hora que te lleve a él.
¡Vuestros hijos son felices! Juegan a la rayuela en las calles del cielo, pero en su rayuela ya no hay infierno. ¡Son felices! Corren riendo por la movediza arena azul del firmamento. Su paso no es indeciso, ni dudoso su vuelo por encima de los rabiosos océanos, de los torrentes y volcanes, por encima del estuario del tiempo por donde van nuestros destinos.
Vuestros hijos os hablan. ¿No los oís? Ellos os dicen: «Si me amáis, no dudéis que sigo vivo. ¡Estoy vivo! ¿No sientes que mi mano acaricia tu rostro? ¿No sientes en tu pelo el aliento de mis besos? No hay ningún cariño inútil, ninguno de tus besos se ha perdido; yo los recojo. ...Ahora soy yo el que vela por ti: La vida es una cuna y somos nosotros, vuestros hijos del allá, los que nos inclinamos sobre vosotros. Cuando ya no te sientas angustiado, entonces por fin entenderás mi voz».
Los hijos que parten con la aurora no son hijos de la noche; están en el corazón del día. -Para nosotros, las estaciones desaparecen y creemos que nos arrastran hacia la tarde, hacia un horizonte de pobres esperanzas. No vamos hacia la tarde, sino hacia la aurora de nuestros hijos. Ellos nos esperan puesto que nunca nos dejaron. En la aurora de nuestros hijos está ya nuestra propia eternidad.
Autor: Desconocido.
Creemos que puede ser Víctor Hugo
Querida María, no sé de quién es el texto, pero es maravillosamente hermoso. Además, habla con conocimiento de cómo se sienten los padres que lloran a un hijo que murió. Sin embargo, también ofrecen la reflexión de la esperanza, de esa confianza que nos debe ayudar a seguir viviendo: ellos ya no sufren, ni esperan que sigamos sufriendo.
EliminarTú dices que "el dolor se ha acomodado a tu vida", yo creo que más bien tú has acomodado tu vida al dolor, para seguir caminando con el dolor en tu corazón, pero de manera que no te impida ver el sol, que no impida sonreir, confiar, y soñar de nuevo.
Sí, es terrible cómo sentimos ese choque de nuestras ilusiones contra el vacío inmenso de su partida, pero también es glorioso como podemos resurgir de las cenizas de nuestra pena y nuestras lágrimas y asomarnos de nuevo a la vida. es tan hermoso el texto que espero me permitas publicarlo nuevamente como una entrada.
Gracias por visitar el blog y compartir conmigo y con otros. De seguro tu aporte será muy importante para otras personas. ¡Un fuerte abrazo!
Tienes razón Luzma, he acomadado mi vida al dolor para poder seguir en el camino, ya no me impide reir... aunque hay días en los que el dolor del alma es tan fuerte que apenas puedo respirar... mi hijo (Joaqui) partió por decisión propia... y la rabia/dolor por el hecho, se junta a la partida... en fin...
ResponderEliminarEste escrito que te adjunto, espero sea de esperanza.
Un inmenso abrazo.
Namasté
PARTIDA DE UN SER QUERIDO
La familia no se destruye
se transforma
Un ser querido se va hacia lo invisible.
Nos parece que la muerte es una ausencia
mientras que es una presencia secreta.
Nos parece que crea una distancia infinita
mientras que de hecho suprime toda distancia
llevando al Espíritu
lo que estaba ubicado en la carne.
Cuantos más seres se hayan ido del hogar,
más lazos con el cielo tienen los supervivientes.
El cielo
ya no está poblado únicamente por los ángeles,
los santos desconocidos y por Dios misterioso:
se vuelve familiar.
Es la casa de la familia,
la planta de arriba de esta casa, por decirlo así.
Y de arriba abajo,
el recuerdo, lo auxilios, las llamadas
se responden.
(Padre Sertillanges - Lourdes 2007)
Perdi a mi hijo de quince anos el 27 de nvoviembere de 2012, recien llegados a otro pais, todos los planes hechos 80% para el, lejos de mi familia, tan cercano al diciembre, en mi propia casa, jugando un juego de adolescente ingenuo en el que no se como se involucro, con todos sus suenos y sus planes por delante, que tan solo la frustacion da paso a mi tristeza, y la soledad es terrible, era mi unico hijo...Glarev, madre
EliminarSiento en tus palabras la tristeza latente de tu corazón roto...y el desconcierto de encontrarte en una situación así en circunstancias tan peculiares y adversas a la vez... lo siento mucho...
EliminarRefúgiate en lo vivido, en lo compartido, no te obsesiones con su muerte... trata de aferrarte a su vida, que está en todo el amor que te dio y le diste.
Gracias Luz Ma , ahi estoy tratando, de sobrevivir apenas, es muy reciente,,,,,gracias por tu consejo...glarev
EliminarEstamos contigo...
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