Sin importar el dolor que pueda haber hoy en tu corazón, tú estás vivo, viva, y tienes una misión: volver a amar y hacer que ese amor de frutos. Porque eso es lo que desearían nuestros hijos, aquellos que partieron y nos dejaron desolados de tristeza.
No festejes, si no deseas hacerlo, pero si crees en Dios, dale gracias porque, fuera como haya sido, compartiste la vida, compartiste el amor, y eso, siempre, es un regalo.
Deseo en este nuevo año que tu corazón sane y puedas, como muchos antes que tú, y de seguro como muchos más después, volver a sonreír y volver, no a sobrevivir, sino a VIVIR.
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