lunes, 31 de diciembre de 2012

Un nuevo año y el reto de volver a vivir

Sin importar el dolor que pueda haber hoy en tu corazón, tú estás vivo, viva, y tienes una misión: volver a amar y hacer que ese amor de frutos. Porque eso es lo que desearían nuestros hijos, aquellos que partieron y nos dejaron desolados de tristeza.
No festejes, si no deseas hacerlo, pero si crees en Dios, dale gracias porque, fuera como haya sido, compartiste la vida, compartiste el amor, y eso, siempre, es un regalo.
Deseo en este nuevo año que tu corazón sane y puedas, como muchos antes que tú, y de seguro como muchos más después, volver a sonreír y volver, no a sobrevivir, sino a VIVIR.



viernes, 21 de diciembre de 2012

¿Cómo vivir la Navidad cuando sufres por el hijo que perdiste?

Hay mujeres que por alguna razón pueden superar más rápidamente la muerte de un  hijo, pero para otras, la pérdida de un hijo pequeño, más aún un bebé o recién nacido, la época de  Navidad puede no ser un tiempo de alegría y entusiasmo, sino todo lo contrario, un momento que aviva el dolor, en lugar de brindar consuelo. Al menos esa fue mi experiencia.

Por dos años, los villancicos que hablaban del "Niño en la cuna" y de la alegría por el "nacimiento del Salvador",  me llenaban de rabia pues me sentía vacía de amor, y todo me parecía falso, ajeno. El gozo de la Virgen me parecía horrible, porque mi sufrimiento no cedía y la idea de la unión familiar me parecía vacía y sin sentido. Todo me sonaba a mentira, a farsa, porque mi corazón seguía destrozado. Reconozco que odié con todas mis fuerzas los adornos, los nacimientos (belenes), los preparativos y toda la fiesta navideña. De hecho el primer año no hice absolutamente nada navideño en mi hogar y el segundo, a regañadientes, le pedí a mi hija pequeña que pusiera algo ella, porque yo no estaba de humor para nada de eso.

En eso estaba, cuando el mismo 24 viví  una experiencia que resulta demasiado extensa para relatar, pero que me hizo aprender dos cosas:
  1. Pese a toda mi ira y mi dolor, yo seguía siendo cristiana, me gustara o no, y que el nacimiento de Jesús, el Hijo del Dios, era más importante que mi pena, aunque pareciera insensato decirlo.

Los hijos que parten con la aurora


En un post anterior (http://sobreviviendoanuestroshijos.blogspot.com/2012/10/que-es-la-vida.html), una lectora compartió  con nosotros el texto de líneas abajo. Su calidad y su capacidad de reflejar la experiencia por la que muchos hemos pasado, amerita que vuelva a publicarlo aquí.

LOS HIJOS QUE PARTEN CON LA AURORA

Los hijos que parten con la aurora, ¿adónde van?

¿Qué misteriosa llamada no han podido resistir sus jóvenes destinos? ¿Qué hicieron ellos con nuestro amor y con sus plegarias?

La noche ilógica no dejó que el alba diera a luz el día. Apenas unos pasos separan a veces la tumba del abismo. El tiempo es corto entre la sonrisa que lo arrullaba todavía ayer, y el cielo tabicado de una tumba.

El río no hallará nada de todo lo que le prometían sus sueños: la caricia ruda de las rocas, los besos de las hierbas y las hojas, el galopar por la cumbre de la montaña y por el raso indolente de los prados. -Apenas nacido, el océano ya lo ha tragado.

Los hijos que parten con la aurora nos dejan con nuestros besos perdidos y con el peso de nuestro cariño inútil. Nos dejan con ese amor que nos tritura, que arrastra sus cruces y pesares. -Nuestros besos perdidos y nuestras amarguras que, éstos sí, jamás nos abandonan.

Y se nos dice: «La vida sigue y sigue. Tenemos que seguir también con ella». Pero nosotros, con la obstinación de pobres gentes que nada entienden del fragor de su futuro aniquilado, nosotros nos preguntamos: «¡Qué importa el camino que lleva hasta la tarde si hemos de marchar sin nuestro hijo!». Aquél que roba nuestros hijos, roba también el sabor de los frutos del jardín de la tierra, roba la esperanza de las estrellas y la calma de las horas. Y hace del cielo un mármol frío donde yacen nuestras súplicas. Nuestras súplicas; ¿quién las oye? ¿quién las oirá jamás? Si el cielo oyera las plegarias de una madre, el mármol se quebraría y su hijo volvería.