lunes, 1 de junio de 2020

Luis Alberto Rabanal Smith, in memoriam

Hace muy poco desperté con una noticia terrible que abrió paso a una tristeza tal que en un instante se volvió parte de mi equipaje: el hijo de una muy querida amiga, mi cuñada durante mucho años, había fallecido instantáneamente en un trágico accidente de auto.
Fue así de simple y de terrible. En un instante terminó su vida en la Tierra y al siguiente todo cambió, él inició una vida diferente y se inició otra también diferente para todos los que lo amaban. Se detuvo su camino, dejó de escucharse su canción y sólo quedaron los demás en el sendero, ya sin él.
Yo lo recuerdo más como un niño muy lindo, pero a través de los años vi cómo creció a la distancia para convertirse en un hombre joven, lleno de alegría, de sueños, de música, con un corazón sensible, muy amoroso con su familia y sus cinco hijos, una vida entrelazada con otras vidas que gozaron con su presencia, su alegría y su amor.
Para los padres que hemos recorrido ese camino, como son quienes acuden a este blog, ese momento indescriptible, ese dolor sin fin no es una experiencia extraña, y sabemos bien que es una experiencia que te marca tan profundamente que fija un antes y un después en tu vida. A partir de ahí te hace parte de una hermandad muy exclusiva en la que ingresas sin pedirlo y de la que ya no puedes irte, porque sabes que sólo quienes han vivido lo que tú, comprenden lo que sientes. Lo bueno es que quienes han vivido lo que tú, entienden cómo poco a poco te vas convirtiendo en alguien que camina por la vida con un hueco en el alma, y que aunque al inicio no sabes cómo hacerlo y sólo sientes cómo duele sin descanso, con el paso del tiempo, vas a aprender a convivir con ello, sobreviviendo, primero, y empezando nuevamente a vivir, mucho después. Y ésa es la esperanza.

Como creyente, sé que Luis está ya con el Padre, en la paz absoluta y el amor total. No sufre ni se angustia, pero pido al cielo por sus padres, Nico y Polly, por su hermano Coco, por sus hijos y por sus familiares, para que por encima de esa tristeza profunda y ensordecedora que sienten hoy, puedan escuchar su voz en la voz de quienes quedan como continuación de Luis, de quienes quedan como testimonio de su vida, y comprendan que todo se reduce a valorar el amor, porque sólo el amor sana, sólo el amor acompaña, sólo el amor se abre paso y puede, con el tiempo, curar las heridas.
Yo lo aprendí por experiencia: sólo el amor importa porque sólo el amor queda. Y eso les deseo a mis queridos amigos y a todos los que, buscando consuelo y comprensión, pasan por aquí, aprender a sobrevivir a sus hijos.
Sepan, amigos queridos, que no están solos y que el amor que compartieron es y será por siempre su mayor tesoro.

Adiós, Luis. Un día nos veremos de nuevo.























3 comentarios:

  1. Este año se lleva consigo dos personas más de mi familia... El dolor es grande y el cariño eterno...
    Sigue tocando Luis..q se q tus hijos y mis tíos siempre te van a escuchar.
    Un beso.

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    Respuestas

    1. luzma1 de junio de 2020, 15:04
      Perder un hijo es indescriptible, realmente, sin importar la edad que tenga, y en el caso de Luis para sus padres es un golpe que llega cuando aún no se supera la partida de Gina...No puedo imaginarlo...
      Para mí, todos los primos siguen siendo mis sobrinos y Luis fue el primero... siento en el alma su partida.

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  2. realmente es una pero lo...que puedo decir esta pérdida deja un vacio inmenso del akma que .no se puede reemplazar por nada en la vida porque deja huella en su familia por el amor a sus hijos .

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