Quienes hemos pasado por el dolor
desgarrante de perder a un hijo no podemos ser indiferentes ante el horror de
la guerra.
Padres que pierden a sus hijos, niños huérfanos en medio del
caos absoluto, sangre, terror, mutilaciones… no es posible imaginar tanto
sufrimiento, tanta deshumanización..
No es sólo París, no es sólo
Siria, son muchos los lugares que sufren bombardeos indiscriminados en
los que mueren personas inocentes cada día, a cada instante… Afganistán,
Egipto, Líbano, Israel, Nigeria... porque los poderosos
del mundo usan a los pueblos como medios para sus propósitos de ambición
desmedida, luego los enfrentan a unos con otros y lo único que resulta es un reguero
de sangre en ambos lados, mientras sus bolsillos se repletan de dinero con olor a muerte.
No podemos ser
indiferente a los millones de hogares que enlutan las guerras por la ambición
de unos cuantos.
En una guerra todos defienden su
lado, su patria, su derecho… y lo mismo harías tú o haría yo, y eso no le hace
a uno tener el derecho de matar al otro.
¿Democracia? ¿Fanatismo? El sólo
hecho de recurrir a la guerra contra un pueblo indefenso (no contra sus
dirigentes) es ya una evidencia de absolutismo y prepotencia criminal.
Si nuestros hijos murieron por causas que no se pudieron evitar, en la mayoría de casos, debemos sentir en carne propia el dolor que embarga a los padres que lloran a hijos que
partieron por decisiones humanas, sean víctimas civiles o militares. Son niños,
hombres y mujeres que tenían una vida que alguien cortó por intereses ajenos. Son
tragedias que pudieron evitarse.
Miles de padres hoy lloran la pérdida de sus hijos en todo el
mundo, y su sufrimiento sólo acrecienta el odio entre bandos, azuzados por la
desinformación de los medios (siempre manejados por grandes poderes) que los
usa como carne de cañón.
No seamos parte del odio. Defendamos la paz por sobre la
guerra.
Desde donde estemos alcemos nuestra voz. No facilitemos el
camino al odio y la beligerancia, pues asesinar nunca ha sido ni será el camino
hacia la paz.
Seamos solidarios y no
permitamos que nos usen ni nos enfrenten.
Nuestros hijos lo merecen.
Gran exposición. Le asiste la razón y le explotan los sentimientos.
ResponderEliminarBesos al cielo para mi padre y mi hermano Samuel.