El 15 de octubre es un día muy especial para quienes hemos perdido un hijo, pues conmemora una de las experiencias más duras por las cuales puede pasar un ser humano. Como en años anteriores, en muchos países hoy se recuerda el Día Internacional de la Muerte Gestacional (o Perinatal) y de Niñez Temprana (o Neonatal).
Se considera este hecho de forma particular ya que enfoca la atención en una experiencia que afecta a un grupo humano en particular, que vive situaciones muy específicas en torno a esa pérdida.
Esta fecha se conmemora desde 1988, cuando el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, proclamó octubre como el mes de la concientización sobre la muerte en el embarazo y la pérdida infantil, a petición de padres en duelo y los gobernadores de los 50 estados norteamericanos.En diversos países las estadísticas varían, en relación a la eficacia de sus sistemas de salud, sin embargo aún son muy altas las tasas de mortalidad neonatal. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 15 000 niños y niñas fallecieron cada día en 2016 antes de cumplir cinco años, de los cuales un 46% murieron durante sus primeros 28 días de vida.
Esta realidad provoca que sean muchos los padres que de pronto sufren no sólo un dolor profundo sino también un cambio radical en sus vidas, por la intensidad de la experiencia de pérdida y porque perder a un hijo, más aún en su edad más temprana, es un hecho contrario al ciclo vital esperado, lo que hace que el impacto psicológico y emocional sea muy alto.
Vamos a compartir algunos aspectos que suelen darse por lo que estos padres no suelen recibir el apoyo que requieren.
1. LA DESVALORIZACIÓN
Cuando sucede la muerte de un recién nacido o de un bebé, socialmente la experiencia suele ser reducida y minimizada por quienes no la han experimentado ni conocen la situación. Generalmente se enfocan en las posibilidades (fisiológicas) de “reemplazar” a ese hijo con otro, o en el beneficio de haber “evitado” una vida de enfermedad, entre otras cosas. Como suelen ser padres jóvenes, con poca frecuencia reciben un reconocimiento social de sus lazos de paternidad y maternidad con su bebé y se pretende que “pasen la página” y lo intenten luego con éxito. Lo que no comprenden el tremendo y poderoso vínculo existente con el bebé (en vientre o nacido), independientemente del tiempo que tuvo en los brazos de sus padres.
2. EL SILENCIO
Muchas veces las personas cercanas tratan de ayudar a los padres a superar su dolor dejando propiciando que no se hable del hecho, pensando que así contribuyen a una ‘recuperación pronta’. Lo que no entienden es que los aíslan y los condenan a sufrir su dolor en soledad y totalmente incomprendidos, mientras van descubriendo la forma de recordar a su bebé para honrarlo y darle un lugar en la familia a la que pertenece.
3. LAS ILUSIONES ROTAS
Una gran parte del dolor está tejido de las ilusiones que los padres tenían y que el bebé se llevó consigo, que en gran medida provocan una resistencia emocional en los padres, que se rehúsan a caminar en el presente, aferrados a un futuro que ya no existirá más. La tendencia de los allegados a cambiar de tema o minimizar ese hecho sólo provoca en los padres mayor aislamiento y sensación de no ser comprendidos ni aceptados, cuando lo que esperan es compañía en su dolor, que con el tiempo irá encontrando su curso para volverse parte de su vida, pero una parte que les permita un día sonreír y volver a vivir.
4. LA COMPENSACIÓN
En el sincero deseo de brindar consuelo la familia y los amigos a veces pretenden generar actividades que eviten en los padres momentos de tristeza o depresión. No comprenden que esos sentimientos tienen un tiempo y son parte de un proceso de duelo indispensable para el que nadie está preparado y que debe ir descubriendo en su día a día, y que deberían poder vivir sin sentirse juzgados o avergonzados.
5. EL REINICIO
Cuando parte una persona, siempre quedan decisiones que deben tomar los sobrevivientes respecto a objetos, celebraciones, etc. Cuando se trata de los padres de un bebé muchas veces se trata de realizar esas tareas por ello para evitarles ese dolor. Sin embargo, son ellos quienes deben decidir cómo desean que se atiendan esas actividades, son los llamados a decidir si desean recoger, guardar o deshacerse de objetos. regalos o ropa del bebé y corresponde a familiares y amigos apoyarlos respetuosamente.
6. LAS FRASES DE CONSUELO
Aunque muy bien intencionadas, es común escuchar frases como ‘ya luego podrán tener más hijos’, ‘fue mejor que esto pasara’, ‘aún era muy pequeño’, etc., y es indispensable que las personas comprendan el respeto que requieren los padres en su duelo y que “consejos” de esta naturaleza no pueden ni deben permitirse, por ser dolorosos y en ocasiones hasta ofensivos para padres que no sólo están sufriendo sino experimentando una situación desconocida y traumática. Nadie puede evitar el dolor de su pérdida, pero sí podemos ayudar a que el camino que recorren está protegido con respeto y amor.
7. EL REEMPLAZO
Una de las grandes dificultades de los padres es tener que lidiar con el concepto muy extendido de que un hijo (nuevo o ya parte de la familia) puede reemplazar al que se fue. Igualmente un nuevo trabajo, o un viaje o lo que fuera. No comprenden que un ser humano es irremplazable, mucho más en el corazón de sus padres, y que el amar a otros hijos con todo el corazón no cambia el dolor que sienten.
¿QUÉ HACER CON ESTOS PADRES?
En realidad no piden mucho, pero es importante que ante una realidad esquiva que, afortunadamente, no afecta a todos y por lo tanto es desconocida para la mayoría, tengan compasión y sean respetuosos, sin imponer ni insistir.
Lo que pueden hacer es:
- Tener mucha paciencia.
- Entender que no sabe lo que pasan, y aceptarlo.
- Demostrarles amor y estar cerca sin tratar de guiar o definir lo que es mejor para ellos.
- Identificarse con sus sentimientos y ser compañeros de camino, no maestros.
- Facilitarles aquellas cosas que deseen hacer y acompañarlos en su proceso de duelo.
- Escucharlos, brindándoles el apoyo que soliciten.
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