jueves, 8 de julio de 2010

Ser padres de un hijo que ya no está

Entre las muchas cosas que personas cercanas me dijeron para tratar de ayudarme a superar la muerte de mi pequeña bebé, recuerdo una de forma especial. Un sacerdote me dijo que aunque mi hija no estuviera conmigo, yo seguiría siendo su madre. Y esa es una idea que me cambió el panorama por completo. No eliminaba el dolor ni la angustia de la ausencia, pero me daba una dirección en la cual caminar: aprender a ser madre de una hija que no estaría conmigo, pero que seguía siendo mi hija. Y yo su madre.

Creo que eso es algo realmente importante, porque nos ayuda a enfocar nuestra atención en el vínculo más que en la pérdida  pero, más allá de lo efectivo que pueda resultar como recurso psicológico, nos permite mantener, de una manera saludable el lazo afectivo y vital. Y de esos lazos es que se nutre el corazón ¿no es así?

Cuando somos padres de un hijo que no está, lo mantenemos incorporado a
nuestra vida pero de un modo natural, cotidiano, que no implica autotorturas ni ritos por obligación. También nos permite evocar el deseo de sentir su presencia en nuestra vida como hacemos con el resto de la familia, y tal vez volver a llorar pero sin sentirnos culpables ni tener que escondernos.  Por otro lado nos abre la puerta  a la inclusión, dulce y afectuosa, del hijo ausente en los sucesos de la vida familiar, sin que parezca un retroceso o algo parecido, sino como la reacción natural y espontánea de un padre o una madre que tiene presente a todos sus hijos, estén o no físicamente ahí. ¿Y acaso eso no es válido con los que se van de viaje? Pues es algo muy parecido, y nos ayuda a curar el corazón de una manera muy suave e imperceptible.


Ser padre/madre  de un hijo que ya no está supone un avance, desarrollar una relación muy íntima, casi de complicidad, con el hijo que partió, pero cuya paternidad o maternidad seguimos sintiendo, como con los otros hijos. La forma como ese nexo contribuye a sanar las heridas y renovar una vida basada en el amor, es valiosa y positiva, en un momento en que parece que todo  es pérdida.

5 comentarios:

  1. me encanto este tema muchas gracias..
    patty

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  2. hermoso, ser padre o madre no es solo cuando están vivos, también cuando no están y por eso tienes que tener un vinculo mas fuerte con tu pareja

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  3. si el dolor que se siente y se vive al perder un hijo no tiene comparacion, hoy aunque me duele no tener a mi hijo le doy gracias a Dios por habermelo dado 20 años ya que en mayo de este año tuvo que partir, hoy puedo decir que el dolor que siento al no tenerlo a mi lado, me hace ser mas amoroso con mi esposa y mis dos hijas

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    Respuestas
    1. Imagino tu dolor... pero lo que dices es muy cierto... muchas veces las personas preguntamos ¿por qué a mí? y es algo sin respuesta, lo sabemos bien, pero lo que no sabemos es que un día encontraremos un sentido, un "para qué" de tanto sufrimiento. Tú lo has encontrado en tu dedicación a tu familia, que probablemente con el tiempo se haga extensivo a otras esferas de tu vida, haciéndote más comprensivo y más humano.
      Gracias por tus palabras.

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