En un blog argentino (Seguir viviendo sin vos), he encontrado una frase que no había leído antes. Si fuésemos capaces de saber cuándo y dónde volveremos a encontrarnos de nuevo, nuestra despedida sería más tierna. Y es totalmente cierto.
Probablemente lo más terrible de la muerte de alguien que amamos es la noción de la separación definitiva, terminal, que nos deja impotentes para hacer nada, un último beso, un último gesto, una última sonrisa. El saber que nunca más... es lo que nos rompe el alma. Como dice Serrat en una canción:... "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".
Y por eso quienes tenemos fe en una vida posterior (sea cual sea tu religión) tenemos un consuelo, aunque sea sólo en una promesa. Pero creemos que ese día llegará, tarde lo que tarde. Lo que no sé es cómo superaran esa separación quienes no creen en nada, sean ateos o agnósticos. No me lo imagino. debe ser un duelo lleno de desesperanza y soledad.
Algo que me confortó durante varios años y lo sigue haciendo, es la certeza de que un día me tocará a mí cruzar la puerta, partir de esta forma de vida y trascender... y ahí estará ella. Esperándome. Hasta me siento un poco mal porque no pienso de primera intención en mis padres o en mi hermano mayor, que han partido todos ya (estoy segura de que entenderán), sólo en mi pequeña. Y eso ha cambiado totalmente mi visión de la muerte, al igual que la de mi marido. Incluso a veces pensamos que el que se vaya primero será el "afortunado". Sé que la carne es nada, pero el amor, esa llama que radica en el espíritu, eso sí pasa, y se va con el que parte, todo el amor que le dimos vive por siempre, y nos quedamos con el que recibimos de él.
Realmente la separación de un hijo es tremendamente difícil porque nos preparamos para criarlos, educarlos, atenderlos, corregirlos, pero jamás para despedirnos de ellos y no verlos más. Yo creo que es algo temporal, aunque dure años, pero sé que un día nos volveremos a encontrar... y será maravilloso.
Hola Luz. He estado leyendo tu blog y me ha gustado mucho la manera en la que transmites muchos sentimientos. Me veo reflejado en muchos y en muchas de las cosas que te han dicho y te han hecho sentir. Entiendo tu dolor a muchas frases dichas con la mejor intención, pero sin entender por lo que estas pasando. En cuanto a al pensamiento que tenéis tu marido y tu en sentiros afortundados siendo el primero en morir para reencontraros con vuestra hija, es algo que también compartimos mi marido y yo. De hecho él dice que antes le daba miedo morir, pero ahora sabiendo que va a estar con su hija, ya no teme. Algún día. Algún día. Esta es mi historia:
ResponderEliminarhttp://blogs.hoymujer.com/invitroelmilagrodelavida/posts
María del Mar:
ResponderEliminarHe visitado tu blog, leí un poco tu historia y he visto los videos y estoy impresionada y triste por ustedes. Es difícil encontrar palabras que decirte ante una experiencia como la que han atravesado. Entre la pena y la indignación...parece increíble tanta indiferencia.
Los entiendo muy bien porque mi historia es algo parecida. Yo tuve un inicio de contracciones pero luego se fueron y me dijeron que era normal. Tenía 36 años. Me transfirieron a otro hospital porque en el monitoreo ya los indicadores no daban 20/20 por reducción de líquido amniótico, pero que no debía preocuparme. Antes de la cita que me dieron sentí una disminución en los movimientos de mi bebé y me fui al hospital y pedí la cesárea, pero el ginecólogo (uno muy conocido y prestigioso) me rechazó porque "no habían camas disponibles". Ante la insistencia me dijo que regresara en dos horas.
Cuando volví y me examinaron comenzaron las carreras, porque estaba ya con sufrimiento fetal y necesitaba cesárea de urgencia. María Laura nació bien, lloró al instante y me la llevé a casa sin que nadie dijera nada ni me hiciera ninguna advertencia. La tuve 12 días conmigo. Tuvo una complicación respiratoria así que la llevé al hospital, al mismo donde nació, y todo fue una locura y los intentos de recuperarla... sin éxito. Acabó su vida en poco más de 6 horas.
Cuando eso pasó me sumí en la desolación y la locura, pues un dolor tan profundo jamás pensé sentirlo.
Algunas semanas después volví a pedir explicaciones sobre lo ocurrido y entre los médicos se cubrían, aprovechando que no habíamos permitido que le hicieran cesárea, pero en Lima un especialista de emergencias cardiacas neonatales me recibió y después de darle la toda la información me dijo que fue consecuencia del sufrimiento fetal agudo.
Entiendo su deseo de seguir adelante con un proceso que no solo haga justicia a un personal médico tan deshumanizado y poco profesional (que debería recibir un castigo ejemplar) sino que pueda salvar otras vidas como la de tu pequeña.
En cuanto a ustedes, mi mayor deseo es que aprendan a vivir cada día amando a su hija... pero con paz en su corazón, pues serán sus padres por siempre, aunque los abrazos y las caricias deban esperar.
En la nota se dice que estabas con apoyo psicológico, lo que me parece excelente, pues ha de ser de gran ayuda, aunque no sé si aún lo recibes. Pero me preocupa sin embargo tu esposo. Es cierto que él no sintió a tu hija de la forma que tú lo pudiste hacer, y su vivencia es muy diferente, pero su amor no creo que haya sido menor. Además, yo recibí en mis manos el bebé fallecido de una amiga, y fue algo muy fuerte, te marca muchísimo. No sé cómo haya procesado todo, los hombres suelen llorar menos y tratan de ayudar a la madre, pero se guardan mucho, y eso no les hace bien.
Espero que ambos se mantengan abiertos al otro para que esta experiencia, que no tiene remedio, los una más y los prepare para ser mejores seres humanos, con mucho amor para dar. ¿Te imaginas que tu bebé en el cielo lo vería con una sonrisa?
Creo firmemente que al morir sólo nos llevamos el amor que dimos y el que recibimos. Eso se fue con Angela, nadie se lo quita. Y a ustedes tampoco el amor de su alma, ese que no necesita palabras ni abrazos.
Será un placer poder seguir en contacto. Un abrazo fuerte.
Lo lamento, hay un error de tipeo.
ResponderEliminarDonde dice:
"...entre los médicos se cubrían, aprovechando que no habíamos permitido que le hicieran cesárea" quise decir la AUTOPSIA.