Acabo de responder un comentario de una joven madre que perdió a su bebé a las 12 semanas de espera. Ella ha escrito al blog en el post inicial del mismo, en el 2010, y al responderle confirmo una vez más el valor de un medio como éste: podemos unirnos y apoyarnos sin importar el tiempo transcurrido. las palabras siguen ahí, y el sentimiento también.
Sin embargo, la vida sigue pasando, cada día, y para unos es sólo una sucesión de días, para otros una sucesión de oportunidades de vivir, un día tras otro.
Por un tiempo largo la vida para mí fue lo primero. Un túnel oscuro que no me mostraba luz por ningún lado. Era un tedioso levantarme cada día para continuar "viviendo". Ni mi esposo, ni mis hijos, ni nada en mi entorno hacía que cambiara mi forma de sentir, por más que lo quería. Pero pasó el tiempo, y entre el amor de mi marido (y su paciencia infinita) y el de mi familia (y su paciencia infinita), mi corazón empezó a sanar y entendí que sería un camino largo, muy largo, pero que ya me mostraba un poco de luz al final.
Quienes pierden un hijo, no siempre pueden encontrar quien entienda su dolor, su desconcierto, su vacío. Este espacio está a disposición de quienes han pasado por una experiencia así o de quienes deben acompañar a un padre o madre que lo está haciendo. Tal vez mi experiencia y la de mi esposo, al pasar por ese trance, pueda ser útil a otros para darle un sentido a la pena, a la pérdida, y así hallar una salida al final de ese largo y oscuro túnel...