
Por un tiempo largo la vida para mí fue lo primero. Un túnel oscuro que no me mostraba luz por ningún lado. Era un tedioso levantarme cada día para continuar "viviendo". Ni mi esposo, ni mis hijos, ni nada en mi entorno hacía que cambiara mi forma de sentir, por más que lo quería. Pero pasó el tiempo, y entre el amor de mi marido (y su paciencia infinita) y el de mi familia (y su paciencia infinita), mi corazón empezó a sanar y entendí que sería un camino largo, muy largo, pero que ya me mostraba un poco de luz al final.