La mayoría de las personas, al iniciar un nuevo año, revisan lo que hicieron/lograron en el año que se va y se llenan de promesas de superación, de mejora.
Cuando uno tiene el corazón destrozado, importa poco, realmente muy poco, si las cosas mejoran, si se puede ser más productivo o exitoso. Nada importa.
Sin embargo, si estás en esa condición, ten presente que es, y debe ser, una etapa, pues el ser humano es un ser trascendente, está llamado a superarlo todo para tratar de ser lo mejor que pueda llegar a ser. Aún el dolor más profundo, como el que sientes, debe servir para hacernos mejores, más fuertes, más comprensivos, más solidarios, más capaces de amar. Sólo así estaremos dando un testimonio de lo mucho que amamos a nuestros hijos que partieron... tanto que por ellos...volvimos a vivir. Pero no una vida cotidiana, hacer el desayuno, salir a trabajar... una vida en la que miremos todo con otra mirada, una de amor.
Inténtalo. Vale la pena.