Mañana es
Domingo de Resurrección, y para los católicos esa es la fecha principal del año
litúrgico: la Pascua.
Quienes hemos perdido un hijo, a veces vemos con otros ojos este
tipo de celebraciones, como que nos impacta menos, porque el dolor de la pérdida nos invade aún y perdemos la fe y la esperanza.
Sin embargo, podemos superar esa etapa y volver a creer, y si creemos, podemos encontrar una mayor esperanza y fuente de
consuelo.
Personalmente, para mí la fe que profeso sería una mera filosofía sin la resurrección. Y yo creo en ella. de hecho creo que un día me reencontraré con mi hija, y con todos quienes me precedieron; no sé cómo será, pero confío en esa promesa.
Para aquellos que se interesen, les dejo un
texto sobre el Domingo de Resurrección y la fuente al final del mismo. El resaltado de textos, es mío.
El Domingo de
Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos,
ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra
religión. Cristo
triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa
dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el
Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá
prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
La
Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el
sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.
Cuando
celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia
liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
En la
resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo
y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?