martes, 19 de octubre de 2010

Caminando hacia la paz

En blogs y portales que tratan el tema de la pérdida de un hijo, se reciben comentarios muy diversos de cómo se siente una madre cuando pasa por ese trance. Son palabras verdaderamente desconsoladoras, como es natural, y cada una relata cómo su mundo se derrumbó, de manera particular, pues las personas somos diferentes y vivimos las mismas experiencias de forma distinta según nuestras costumbres, circunstancias y credo, especialmente. 
Mi vivencia es única como la de todos lo es, y si mi esposo y yo salimos adelante, lo bien o mal que lo hayamos hecho fue fruto de múltiples factores, pero en parte por la ayuda que mucha gente me ofreció su mano, su palabra, su aliento. Cuando pienso en ello y leo los comentarios que mas mujeres publican en la red, veo que  aunque las realidades puedan ser un poco distintas existen algunas imágenes comunes, cierta forma de expresar un dolor tan, pero tan profundo, que nos remiten a algunos aspectos que podríamos compartir y aprender algo de ellos. Y por eso tomaré algunas para compartirlas y comentarlas.
Leo, por ejemplo, “una madre que pierde a un hijo queda muerta en vida, se queda con los brazos vacíos y con el vientre hueco, sin nada, si tiene más hijos vive por ellos pero sin ganas, con el tiempo, con los años empieza a aminorar ese dolor y como dices a sonreír otra vez y empiezan a nacer ilusiones otra vez, pero esa herida queda en lo más profundo de tu alma, un dolor que solo morirá contigo”. Y es así, en realidad, el dolor no es algo que pasa poco a poco en un tiempo más o menos corto, como pasa en otras pérdidas (de un padre, hermano, abuelo, etc.), muchas veces se reanuda la vida pero… a medias. No siempre las mujeres tienen la capacidad de reiniciar la vida y volver a enfrentarla con valor y disfrutarla con alegría. En algunos casos el rencor contra alguien o algo que fue determinante en la pérdida (por un tema de responsabilidad en el fallecimiento, por ejemplo) no permite pasar a otra etapa, por lo que podríamos sacar una primera recomendación: PERDÓN.
Si hay algo que resolver o gestionar (una responsabilidad culposa o criminal, por ejemplo) pues deberá hacerse, pero sin que el corazón se estanque en la cólera y el odio, pues el espíritu de tu hijo, que está vivo, no querría a una madre o un padre consumiéndose en sentimientos negativos, con amargura y agresividad en su corazón, y nada bueno sacarás del enfrentamiento, del rencor, de la ira que busca una venganza que sabemos, es inútil.
Otra mujer escribe que “se queda balbuceando las canciones de cuna que ya no encuentran eco en los oídos de su hijo amado, no importa a qué edad se les haya ido, es su hijo y ya no lo tiene. Y así nos quedamos tratando de encontrar repuestas al porqué de las cosas. No importa cuanto se diga, cuanto se estudie o investigue acerca de la muerte y sus efectos, ninguno nos puede asegurar o garantizar cuanto tiempo estaremos en ese estado de confusión, rabia e impotencia. El dolor no nos permite vislumbrar ni remotamente la posibilidad de encontrar alivio”. Y yo recuerdo cuando junto a mi esposo íbamos de un especialista a otro buscando comprender cómo pudo morir una bebé que estaba perfecta durante todo su desarrollo prenatal. Y no importaba lo que nos dijeran, nada era suficiente. Y nunca nada lo será, porque nada variará la realidad. En este caso, la recomendación sería: ACEPTACIÓN.
Si puedes aceptar que no todo tiene una respuesta podrás entender que sólo estás martirizándote inútilmente, pues por más que te aflijas y llores nada cambiará, sólo llenarás tu alma de pena y postergarás la posibilidad de aprender a vivir siendo aún madre/padre de tu niño aunque no lo veas contigo.
Un tema que hace una gran diferencia es la fe que se profese o la falta de ella. Cuando leemos “quiero que sepas que tu hija no está muerta, ella vive con Jesús en el cielo, ahí te está esperando donde se reunirán para siempre, mientras llega tu tiempo tienes que vivir hasta que Dios lo disponga así” veo a una persona que encontró consuelo en su fe y eso es algo maravilloso, porque tuvo algo que difícilmente se puede conseguir: ESPERANZA.
Las personas que creen en un mundo después de éste, en la forma que sea, tienen el consuelo de un mañana, de una nueva oportunidad. Yo creo en Dios y en su promesa de Vida Eterna, y creo que mi bebé está conmigo aquí, pues Dios no está lejos (en un “cielo”) sino entre todos los que le aman. Eso me ha dado fortaleza y nos permitió volver a vivir, teníamos una esperanza concreta, pero pienso que para quienes no creen, debe ser muy difícil porque se quedan sólo con un recuerdo y nada más.

lunes, 27 de septiembre de 2010

A María Laura, in memoriam

Hoy recordamos la partida de nuestra hija,  María Laura.


Tan poco tiempo y aprendimos tanto de ti. 


Tu paso fugaz no se ha borrado ni lo hará jamás.

Han pasado 12 años... y el amor sólo crece y crece...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

María Laura nació hace doce años

María Laura en brazos de su padre,
siete días aproximadamente.
Hoy mi hija María Laura hubiera cumplido doce años.
La vida hizo que sólo pudiera tenerla doce días. Intensos y preciosos... pero son tan poco doce días...!

Pero ya no lloro. Creo haber llorado tanto los primeros años que pensé que ya nunca podría llorar otra vez, pero no fue así. Sólo aprendí a vivir con la pena y a sentirla muy dentro de mi corazón sin que mis ojos se inunden, mi garganta se cierre y nada pueda detener las lágrimas que se agolpaban entre mis párpados y el corazón.

Muchas veces pienso qué hubiera pasado de ser otro el destino... cómo luciría hoy....aún en contra del profesor de historia que me enseñó que "nunca es buen negocio pensar en la historia de lo que pudo ser y no fue". pero al poco me controlo y trato de no pensar, mejor dicho, de no volver al martirio del sufrimiento vano, absurdo.

Repaso las pocas fotos que tengo de ella (pues pensé que tendría toda la vida para tomarle más) y siento que tanto amor tiene que encontrar un día su destino. Pienso en ella con amor infinito y con una tristeza sorda... casi transparente. Como esas cosas que tenemos sin saber por qué pero incapaces de deshacernos de ellas.

Trataré de huir de la nostalgia y volcar ese amor en mis hijos, mi familia... un año más.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Si la muerte es sólo una transformación

Navegando por la red he conocido algo de una mujer muy especial, porque dedicó gran parte de su vida a trabajar ayudando a la gente a prepararse para morir. A muchos les parecerá algo macabro, sin embargo puede ser un servicio tan valioso e importante como ayudar a nacer.

Elisabeth Kübler-Ross  (1926-2004) fue una médico psiquiatra, nacida en Suiza, sobreviviente de un campo de concentración, que estudió por muchos años la transición entre la vida y la muerte, e hizo de ese proceso el objeto de su estudio, su práctica y su docencia. Parte de esos años de investigación desarrolló un modelo que lleva su nombre (modelo Kübler-Ross), que define el proceso del ser humano, al enfrentar la idea de su propia muerte, en 5 etapas: 1) negación, 2) ira, 3) negociación, 4) depresión y 5) aceptación. 

Sin embargo, aunque dedicó mucho de su vida al acompañamiento de moribundos apoyándolos en su encuentro con la muerte, a ellos y a sus familias, la parte más notoria de su trabajo probablemente no sea esa sino una mucho más controversial: sus investigaciones sobre la vida después de la muerte. 

jueves, 22 de julio de 2010

Donde se encuentran la Fe y la Esperanza

El día de ayer, durante una reunión de padres que preparamos a nuestros hijos para recibir la Primera
Comunión,  se realizó una lectura de reflexión sobre nuestra fe en Dios y los momentos en los que las circunstancias la ponen a prueba. Me tocó en suerte dar mi opinión y sin querer tuve que regresar al momento en que mi hija murió y cómo lo afrontamos mi esposo y yo.

Debo decir que han pasado muchos años y  he vivido muchas experiencias que me hacen creer que lo he superado en gran medida y ahora puedo vivir de una forma más positiva con ello, pero igual me fue difícil tomar la palabra y compartir el tema. Cada vez que la circunstancia me hace compartir le hecho con otras personas mi primera reacción es hablar de modo que nada pueda sr mal interpretado y que a la vez puedan tener una idea de lo que significó para nosotros. Y es muy difícil. Parece que algo dentro de mí me dijera que debo hacerlo con la mayor delicadeza pues de otro modo algo se quiebra dentro de mí. Es como tener un jarrón extremadamente fino guardado en una vitrina especial, pero de pronto debes sacarlo y llevarlo a otro sitio y luego guardarlo de nuevo, y entonces todas las precauciones son pocas para caminar con él entre manos.

martes, 13 de julio de 2010

Cosas que jamás se deben decir a quien perdió un bebé en el embarazo

Aunque ya he publicado algo de esto en un post anterior (Cuando no sabemos qué hacer, qué decirle a los padres... Cómo dar las condolencias), quiero compartir  con todos un extracto del artículo publicado en http://sinsiquieraconocernos.blogspot.com/2010/04/que-no-decir-quienes-perdieron-un.html#comment-form, blog de una joven mujer ecuatoriana, Paz, pues creo que es absolutamente adecuado a la experiencia de la mayoría de personas que pasan por la triste y dolorosa experiencia de perder a un bebé no nacido
Creo que sus consejos son también aplicables en los casos en que que murió un bebé de pocos días.

Que NO decir a quienes perdieron un embarazo
Este post se refiere únicamente a madres que perdieron un embarazo, no a madres que perdieron un hijo ya nacido. No me malinterpreten, cualquier tipo de pérdida es igual de importante, pero este post va para las que perdieron un embarazo porque parece ser que la sociedad desvaloriza la pérdida de un embarazo, piensan que como el bebé nunca llegó a nacer es menos importante, y por ello tienen comentarios en donde se resta importancia al sufrimiento de perder un embarazo. Nunca faltan las personas con comentarios que en vez de hacernos sentir mejor nos ponen peor, sé muchos no lo hacen con mala intención, por eso decidí escribir este blog, para que sepan lo que NO se debe decir:

  • Fue para mejor (¿cómo puede ser la pérdida de un hijo algo "bueno"?)

viernes, 9 de julio de 2010

Esperando el reencuentro


En un blog argentino (Seguir viviendo sin vos), he encontrado una frase que no había leído antes. Si fuésemos capaces de saber cuándo y dónde volveremos a encontrarnos de nuevo, nuestra despedida sería más tierna.  Y es totalmente cierto.

Probablemente lo más terrible de la muerte de alguien que amamos  es la noción de la separación definitiva, terminal, que nos deja impotentes para hacer nada, un último beso, un último gesto, una última sonrisa. El saber que nunca más... es lo que nos rompe el alma. Como dice Serrat en una canción:... "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".

Y por eso quienes tenemos fe en una vida posterior (sea cual sea tu religión) tenemos un consuelo, aunque sea sólo en una promesa. Pero creemos que ese día llegará, tarde lo que tarde.  Lo que no sé es cómo superaran esa separación quienes no creen en nada, sean ateos o agnósticos. No me lo imagino. debe ser un duelo lleno de desesperanza y soledad.

jueves, 8 de julio de 2010

Ser padres de un hijo que ya no está

Entre las muchas cosas que personas cercanas me dijeron para tratar de ayudarme a superar la muerte de mi pequeña bebé, recuerdo una de forma especial. Un sacerdote me dijo que aunque mi hija no estuviera conmigo, yo seguiría siendo su madre. Y esa es una idea que me cambió el panorama por completo. No eliminaba el dolor ni la angustia de la ausencia, pero me daba una dirección en la cual caminar: aprender a ser madre de una hija que no estaría conmigo, pero que seguía siendo mi hija. Y yo su madre.

Creo que eso es algo realmente importante, porque nos ayuda a enfocar nuestra atención en el vínculo más que en la pérdida  pero, más allá de lo efectivo que pueda resultar como recurso psicológico, nos permite mantener, de una manera saludable el lazo afectivo y vital. Y de esos lazos es que se nutre el corazón ¿no es así?

Cuando somos padres de un hijo que no está, lo mantenemos incorporado a

Cuando no sabemos qué hacer, qué decirle a los padres... (Cómo dar las condolencias)

Cuando pasé por la pérdida de mi hija, recibí muchas muestras de afecto y solidaridad, sin embargo, cunado las personas me daban las condolencias, algunas realmente me provocaban más tristeza que el consuelo que pretendían ofrecerme, en una medida muy superior de la que hubieran podido imaginar. La razón es que en ocasiones queremos que los demás resuelvan la situación, o la superen, como nosotros creemos que sería más adecuado... sin haber pasado por ella.

Claro que no es necesario haber estado embarazada para poder explicar cómo nace un niño o ser estrella de fútbol para poder dirigir al equipo, pero hay situaciones que son extremadamente "personales" y se basan en gran medida en nuestros sentimientos, por lo tanto quien jamás se ha acercado a esa situación puede ayudar poco con recomendaciones, que a veces pueden resultar  muy dolorosas.

Recuerdo que una de las cosas más horribles que escuché, de boca de una madre de familia, fue: "No te preocupes, trata de no pensar en ello, pasa la página y verás que pronto lo habrás olvidado".

Es un comentario bastante común y terriblemente duro y absurdo. ¿Puede una mujer olvidarse que tuvo un hijo? ¿Puede "pasar la página" y olvidar todo lo que lo esperó y lo amó en el tiempo que compartió con él, fueran años, meses o sólo unos pocos días? Es algo imposible. Y cuando me dijeron eso sólo me mordí los labios y traté que enfocarme en la buena intención de la persona más que en el contenido de sus palabras, pero me dolía demasiado pensar que alguien pretendiera que yo olvidara a mi preciosa bebé...a la cual, todo lo contrario, trataba de recordar como si cada momento fuera un precioso tesoro... y creo que sigue siendo así.

De otro lado están quienes como no saben qué hacer, mejor ni se acercan,

viernes, 25 de junio de 2010

¿Cuánto tiempo lleva recuperarse de la pérdida de un hijo?

Cuando me sucedió, muchas veces escuché a personas que me querían mucho, decir cosas como: "No
puedes seguir llorando por lo que pasó", "Ya es tiempo de que voltees la página y sigas adelante" o "Ya debes intentarlo de nuevo", y la verdad es que no sé por qué pensaban que podían saber si era tiempo o no de hacer cualquier cosa.

Creo que el tiempo que toma superar un trauma así es algo que nadie puede saber salvo la persona que pasa por el duelo y que es quien puede sentir si tiene o no las fuerzas para realizar algo. Salvo que se trate de algo extremo (como desarrollar cuadros de histeria o llanto sin consuelo en lugares públicos después de varios meses) que puede requerir una ayuda profesional, las personas reaccionan de diferente modo, no sólo porque cada persona es diferente (cada matrimonio también y eso influye en cada padre/madre, incluso si están separados o se trata de un padre/madre

jueves, 24 de junio de 2010

Aprendiendo a vivir con nuestro dolor

Una de las cosas más difíciles por las que tuve que pasar, tras la muerte de mi bebé, fue poder ver a otros bebés. En la calle no podía ni mirarlos y evadía todo lo que fueran cochecitos y gente con niños cargados.

En mi trabajo con cierta frecuencia se acercaban madres con sus pequeñines y todo se volvía gracias y mimos y en ese momento yo tenía que salir, disparada, hacia el baño, encerrándome ahí a llorar. Mis compañeras fueron muy comprensivas y me dejaban tranquila hasta que la visita se retirara y yo pudiera recobrar la compostura y volver a salir. Pero era terriblemente difícil.

La Navidad se hizo un tiempo especialmente difícil, pues por más que mi fe fue la tabla de salvación más poderosa, no podía escuchar aquello del "niño en la cuna" sin sentir rabia y una profunda amargura. Me resultaba imposible cantar un villancico o siquiera poner en nacimiento en casa. Fue una navidad tan horrenda y triste que no quisiera recordarla. Envié a mis hijos mayores con su padre y a mi esposo a pasarla con su mamá, mientras yo lloraba inconsolable en mi cama.

martes, 15 de junio de 2010

¿Dónde encontrar consuelo?

Este es un tema grande como el mar, y esta relacionado con una infinidad de aspectos, como la cultura, las tradiciones familiares, las experiencias previas, la religión y el propio carácter.

Está por ejemplo el uso del "luto", es decir, vestirse de negro o combinaciones de negro, gris y blanco, por un tiempo determinado. Unos usan un mes otros 6 meses y los más radicales van hasta el año, aunque cada vez son menos. Para muchas personas esto no tiene mayor trascendencia y es un tema sin importancia, sin embargo para otros es algo de ley. Se cumple y punto, tal vez teniendo la idea de que de no hacerlo así se está ofendiendo la memoria del difunto, y por lo tanto encuentran un consuelo en ello, ya que están "honrando su recuerdo".

Otro aspecto es la visita al cementerio. En las grandes ciudades que tienen cementerios muy distantes, eso es una complicación, sin embargo en ciudades pequeñas es todavía una costumbre, casi un ritual, practicado por muchos. Generalmente es

lunes, 14 de junio de 2010

¿Quién se preocupa del padre tras la pérdida de un hijo?

Creo que usualmente la respuesta es sí, porque somos quienes tuvimos a ese ser en gestación y en las
madres recae la mayor parte de la crianza, lo que conlleva una mayor carga de recuerdos, experiencias, momentos especiales, sin contar que las mujeres por naturaleza suelen ser (hay excepciones) más sensibles y sentimentales, con el aspecto emocional más desarrollado y libre.

Las mamás suelen sufrir la pérdida de una forma casi visceral, como si parte de su cuerpo se fuera de ellas. es natural, a mí me ha pasado y puedo dar fe. Creo que ya nunca fui la misma, me quedé sin una parte. Pero con lo que quedó pude volver a vivir y rehacer una vida que anhela la felicidad como todos, pero siempre ese espacio quedó como hueco...

Sin embargo no siempre es así. hay padres

martes, 8 de junio de 2010

¿Cómo enfrentar la muerte de un hijo?

Para mí es muy difícil escribir un espacio así, pero después de más de diez años, creo estar en condiciones para hacerlo y tal vez pueda serle de utilidad a otras mujeres que como yo, tuvieron que aceptar lo que jamás soñaron: que su hijo o hija ya no estaría más en sus brazos.

Sobrevivir a eso es muy difícil, pero más lo es volver a vivir. Porque definitivamente no son la misma cosa.

He visto a personas que lo superaron, al menos en apariencia, con relativa facilidad, mientras que otras no lo superan jamás. Mi experiencia fue muy dura y luego del tiempo transcurrido veo que algunas cosas pude hacerlas mejor, para no causar más dolor a quienes amo, aunque en ese momento no parecía importante. Unos sobreviven y otros volvemos a vivir. Unos aprenden de lo vivido y otros parecen no haber cambiado en nada. ¿De qué depende? ¿Cuál es el secreto?

Es bueno empezar diciendo que no lo sé, si es que existe alguna receta infalible, pero creo que saber que otras personas pasaron por algo similar a lo que vives tú, ayuda. Y también ayuda que