jueves, 19 de mayo de 2011

No sé qué hacer después de su muerte...

La  siguiente es una adaptación de un artículo que hallé en la red y que contempla de un modo muy profesional sugerencias de posibles alternativas de superación de la pérdida.

Un padre no debería tener que enterrar a un niño. La muerte de un niño parece como algo “fuera de lugar”, “fuera de orden” y equivocado. Cada fibra de nuestro ser llora diciendo “¡no es justo!”, y realmente no lo es, porque la justicia no tiene nada que ver en esto... El dolor se va haciendo más grande con los días, conforme vamos “aterrizando” en la nueva realidad y uno se da cuenta que este es uno de los momentos más difíciles y dolorosos en la vida.
No solo sentimos el dolor por la pérdida de nuestro hijo sino también la pérdida de nuestros sueños y esperanzas para el futuro. Nuestros peores temores se han hecho realidad y nos sentimos responsables de haber fallado en el sagrado deber de proteger a nuestro hijo. Nuestra vida estaba centrada en él y parece que nada más importa, como si la vida ya no mereciera ser vivida.
Usted está viviendo una pesadilla por la cual nadie debería tener que pasar y el dolor es el precio que usted tiene que pagar por amar.

¿Qué me está pasando?
El dolor es una reacción natural y normal ante la pérdida. Es una respuesta física, emocional, espiritual y psicológica. Es un proceso complejo que afecta cada aspecto de su vida. Amor, ira, miedo, frustración, soledad y culpa son una parte del dolor.
Las reacciones físicas hacia el dolor pueden incluir cambios en el apetito, falta de sueño, irritabilidad, suspiros, llanto, molestias estomacales y “dolor en el corazón”. Puede sentirse enojado con su cónyuge o al menos perder todo interés en él. Usted se siente como si quisiera llorar todo el tiempo o también puede sentir que las lágrimas nunca van a salir de su interior. Estas emociones y sentimientos algunas veces vienen en “oleadas” que pueden ser paralizantes y a veces se dirigen, de forma hiriente, hacia quienes amamos, en una reacción natural y muy común.
Puede pensar que “escucha” o “siente” la presencia de su hijo y comienza a preguntarse si no se estará volviendo loco. Sus brazos parecen sentir el vacío mientras que su corazón parece que va a estallar de dolor. Aún cuando estos sentimientos puedan ser tan intensos como atemorizantes, son parte normal y natural del dolor.

¿Qué puedo hacer ahora? 
Es importante aceptar la pérdida y los cambios que han sucedido y no tratar de enmascarar tus sentimientos con drogas o con alcohol. Cualquier cosa que te haga escapar de tus sentimientos solamente hará que todo el proceso sea más largo. No hay ninguna forma de rodear al dolor, sino por el contrario, tienes que atravesarlo.
Comparte tus pensamientos y sentimientos con tus amigos, o también puedes escribir un diario. Puede que tengas ganas de hablar de su muerte o tal vez no tengas ni ganas de pensar en eso. Acéptalo  y busca en quién confiar. Mucha gente se cuestiona sus creencias espirituales y es saludable que busques  a alguien que quiera escuchar de tus dudas, sentimientos y preguntas.
Es probable que experimentes cambios en la relación con tus amistades. Puede ser que la gente que no sepa que decirte trate de evitarte o también puede ser que te diga cosas hirientes. Y otros, que tal vez no eran muy cercanos a ti, de repente se convierten en un gran apoyo. Aún cuando cada uno de nosotros sufre a solas, no tienes por qué estar solo durante tu sufrimiento.
Aunque no sea algo que nazca con espontaneidad, pues te parecerá poco importante, en relación con tu pena, debes cuidarte físicamente, para evitar un mal que sólo empeore la situación de tu familia. No permitas que el dolor sea una excusa para un desempeño pobre de tus tareas o para que adquieras malos hábitos.
Ahora es el tiempo para establecer una forma diferente de relación con la persona que murió. Puedes hacer algo para recordar su vida, no tan sólo su muerte, como hacer un álbum de recortes, escribir tus memorias en un diario, o grabar historias en video. Lleva globos o flores al cementerio o  encargar un servicio religioso para los amigos y la familia. Escríbele una carta o visita sus lugares favoritos, si los tenía, escucha la música que disfrutaron juntos o crea un fondo de caridad en su memoria.
Pero lo más importante, es que en algún momento debes permitirte a ti mismo volver a sonreír y redescubrir las alegrías de la vida. La persona que tú amabas te ha dejado muchos dones. Entrelaza esas cualidades en tu vida mientras comienzas a encontrar tu nueva identidad. 

Tu hijo o hija ha muerto, pero el amor que ustedes compartieron nunca será destruido.  Aún cuando la muerte llegó, el amor nunca se irá.

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