sábado, 30 de abril de 2011

Cuando el tiempo es escencial: La Ley Brunito


Muchas veces la tragedia no llega a un hospital, y se aparece en una calle cercana, a veces a la vuelta de la esquina. A veces un niño está cogido de la mano de su madre y en unos segundos desaparece de su lado y el mundo se convierte en una vorágine de desesperación y angustia.


Sólo quien alguna vez tuvo esa experiencia sabe lo terrible que es.
A mí me pasó, aunque logré hallar a mi hija sólo un poco después, y logré restituir la paz de mi vida, pero no siempre el resultado es feliz. Esto es lo que les pasó a los padres de Bruno Rodríguez Rojas, un hermoso y dulce niño de once años, que debido a sus problemas de autismo, se asustó en el centro de Lima y se soltó de su mamá.


Pese al clamor de la familia, por alguna infeliz  norma la policía no recibe denuncias de extravío hasta después de 24 horas, pese a que, según los informes de instituciones expertas en estos temas, es justo en ese plazo cuando se puede actuar con efectividad y evitar una desgracia, y por lo lo tanto no colaboró en la búsqueda del niño. A Bruno esa norma le costó la vida, pues pese a que sus familiares lo buscaron con desesperación, no pudieron evitar que muriera arrollado por un tren.